miércoles, 10 de junio de 2009

A Megbüntet

De cómo conocí a “Martín Sánchez Avanzinni”


Una tarde a finales del mes de junio de 2008, platicábamos por teléfono mi amiga A. y yo sobre un chico que recientemente había conocido ella en el sitio “sexy o no”. Me comentaba su nombre (tal como lo he puesto al principio del documento), 29 años, originario de Valencia, España y residente en Lima, Perú desde hacía casi 5 años; de descripción física alto, rubio, de ojos azules, barbita a medio crecer, buen cuerpo… A. se notaba entusiasmada porque al parecer estaban “quedando”, se escribían mails de contexto de inicios de un romance, o, al menos, de atracción mutua. A. y yo siempre hemos sido muy amigas, confidentes y hasta cómplices, más si se trata de cosas del amor; así que en medio de su entusiasmo y el mío que recién había contagiado, le comenté que me daban ganas de conocer a quien tenía así de contenta a mi amiga, a lo que aceptó dándome algunas ideas para contactarlo y no “asustarlo” de que ya lo incluía en sus pláticas y que de hecho, seguro nos caeríamos bien porque a él también le gustaban los animales y supuso que seríamos afines. Me comentó también que era “pescador” lo que me sorprendió mucho, pues pensé que como pescador, lo mas seguro es que no tendría Internet en casa y me aclaró que era pescador de niños, pues tenía una casa hogar para niños de la calle, esto último despertó mi admiración por tan noble acción, y por ahí pensé contactarlo, pues desde siempre he tenido las ganas de hacer lo propio, pero adoptando gatos de la calle.


Le mande un mail diciéndole que era amiga de A. y lo demás respecto a la casa hogar para felinos y que si podía darme algunos tips y sugerencias de cómo empezar. Me respondió el mismo día, mas no sabría decir con cuanto tiempo de diferencia. Los siguientes 2 o 3 días nos contactamos poco por mail, pero me decía que le venía mejor hablar por MSN debido a su falta de tiempo para escribir mails (me pareció perfecto, pues lo que en realidad quería hacer era “darle el visto bueno” por lo de mi amiga, y, como A. siempre ha deseado ir a Machu Picchu, lo tomaríamos como una buena oportunidad de ir a conocer tanto a Martín como al sitio arqueológico).


En los siguientes días empezamos a encontrarnos en línea y empezamos a platicar y debido a que realmente teníamos muchos puntos de afinidad, tuvimos empatía común, se ganó con facilidad mi amistad y consideración, tomando en cuenta que las personas que he conocido por Internet de diversas formas han sido honestas y hemos llevado buena amistad, jamás me paso por la cabeza dudar un poco, además, ¡Era el prospecto de A.!


Luego de la amistad, al cabo de un mes, vinieron algunos comentarios románticos por parte de Martín, haciendo referencia que yo le gustaba y que era justo el tipo de mujer que el había soñado y buscado para él, y además “sospechaba” que él le gustaba a A. Al principio me sentí muy mal y hasta culpable, pues, literalmente, ¡le estaba quitando el galán a una de mis mejores amigas! Decidí callármelo ante ella y evadirme con él mientras pensaba en una buena solución para no dejar 3 corazones rotos por una decisión mal tomada (el corazón de A., el de Martín y el mío, pues ya estaba empezando a sentir afinidad con su forma de pensar y ser, y debido a los sucesos que recientemente habían pasado en mi vida, llegué a sentir que me complementaba). La noche del domingo 20 de Julio de 2008, estaba entrando a casa luego de ir a visitar los restos de mi mamá y recibí una llamada de A., en la que me decía que Martín le había llamado para decirle que yo le gustaba y que no quería hacerla sentir mal, pero quería ser honesto con ella. Según palabras de Martín, recibió palabras de rechazo por parte de A., pero ella, en la llamada, me dijo que le había dicho que lo sospechaba y que estaba feliz por mí y por él, pues éramos más afines. Luego de unos días en que lo pensé mucho y trataba de no comunicarme de ninguna manera con ninguno de los dos, tuve que sincerarme con ambos: le dije a A. que sin darme cuenta, me iba sintiendo mas atraída hacia él cada vez, ella me dio su consentimiento y sin ningún problema, nos deseó lo mejor. Al cabo de unos días en que Mart y yo lo platicamos, nos “hicimos novios” el 14 de agosto de 2008. Ahora, reviviendo el pasado mientras escribo esto, me doy cuenta que todo lo que siguió a continuación fue más motivado por mi afán de ayudar a una persona con cáncer (mi mamá había muerto por esa enfermedad hacía poco, que por amor verdadero).


Para estas fechas ya era una adicción iniciar sesión de MSN sólo para hablar con él, tanto que no rendía en mi horario laboral y me costó muchas llamadas de atención, errores que me costaban amonestación monetaria y hasta problemas personales con mi jefa, pues, como es de suponer, el uso de este medio esta estrictamente prohibido, y yo lo tomaba, éste y mi correo personal, de polizón para sentirme cerca de Mart; incluso, no salía a comer y hacia horas extra cuando ya todos se habían ido para no dejar de estar en contacto.


Así pasamos unas semanas, hasta que, por un comentario, tuvimos un altercado, pues me sentí no sólo criticada negativamente, sino rechazada por quien entonces era mi "novio", quien me consideró una “freak” por usar el cabello en 3 colores. Literalmente, me dijo: “que vergüenza ir por la calle caminando de la mano con la rareza”, comentario que detonó mi enojo. Ese día, A. y yo estábamos en computadoras contiguas en el ciber al que acostumbraba ir, así que ambas nos dimos cuenta de lo que le decía a una y a otra; justo con ella se “desahogó” de la pelea (ese día me pidió una foto de mi a los 3 años que yo tenía en mi display, diciéndome que le gustaría tener dos así, refiriéndose a que fueran nuestra hijas y dos, porque se suponía venía de familia de partos de gemelos).


La historia que le contó a A., y luego ella a mí, fue no sólo lo de la casa hogar, sino también acerca de su pasado, que contenía múltiples problemas familiares, separaciones, la mudanza a Perú buscando un cambio radical en su vida, problemas con drogas y alcohol y mucho dolor durante toda la trayectoria. Sumando todo lo anterior, si ya de por sí tenía mi simpatía por lo del cáncer, el resto de su historia acabó por convencerme.


A finales de agosto A. me comentó que la noche anterior había chateado con Martín y lo había notado muy triste por la ruptura, y que justo cuando había iniciado sesión, inmediatamente la saludó para preguntarle por mi y me mandaba pedir perdón por su comportamiento, argumentando que estaba insoportable a causa de las quimioterapias que recibía (el día del altercado nos bloqueamos mutuamente en Messenger y al día siguiente lo desbloqueé; en su nickname decía algo respecto a que odiaba estos tratamientos) y fue A. quien me comentó que él mismo había confesado padecer de cáncer en el estómago algo avanzado. Así que después, en medio de la confusión y el orgullo, sólo lo saludé para decirle que a pesar de cualquier cosa, tenía mi apoyo. Le mandé un mail en el que aceptaba mi parte de responsabilidad y la tarde del día siguiente, empecé a recibir mensajes suyos ofreciendo disculpas, diciendo cuan importante era yo en su vida; mismos que respondí. Volvimos y esa noche, encendí el teléfono y al cabo de 1 o 2 minutos, recibí su llamada, la cual justificó diciendo que me llamaba a esa hora (1:28 a.m.) porque estaba pensando en mí.


En el lapso de tiempo en que iniciamos la relación y tuvimos la primer ruptura, me confesaba con más detalles que de joven se había dedicado al modelaje, que había sido el hijo rebelde y que debido a la alta posición socio-económica de su familia y las consecuentes ausencias de los padres, literalmente me dijo “crecí en medio de todo y de nadie, el único que estuvo ahí siempre fue mi abuelo”, de su padre tenia años de no tener noticias, pues el señor se había salido de su casa un día y había formado una nueva familia olvidándose de la primera. Los mayores problemas eran precisamente con Martín por su rebeldía (cosa que me identificó, pues pase más o menos por lo mismo), posteriormente, (pero sin especificarme porqué) la relación con su madre se enfrió a tal punto que sentía desprecio por ella; con su hermano, desde que decidió venirse a América, no tenia mucho contacto, así que su única familia era un amigo llamado Holman, hasta que aparecí yo en su vida y ahora deseaba pasar conmigo el resto de su vida.


Nuestra relación era muy fluctuante, pues ambos éramos orgullosos y por ello y por varios mal entendidos, venían algunas pequeñas fricciones que no siempre afectaban la relación. Terminamos 2 veces en 2 meses. En el transcurso en que volvimos, planeamos estar juntos para enfrentar la cirugía a la que necesariamente seria sometido y, desde el principio, Martín supo que mi Mamá había fallecido de cáncer hacía 7 meses; él me decía que temía perder la vida en el quirófano, cuestión en la que siempre trataba de animarlo y apoyarlo, diciéndole que no necesariamente tenía que ser así; por esto y “nuestra relación” empezamos a planear el viaje, ya fuera que él viniera, o bien, yo fuera a su encuentro y arreglar precisamente la cuestión hospitalaria, pues me decía que allá estaba trabajando, pero no con algún tipo de seguro, cosa que me confirmó una amiga peruana, pues allá desde hace algunos años, es obligación que cada ciudadano peruano este asegurado sea por su trabajo (tipo IMSS o ISSSTE) o algún seguro particular de gastos médicos mayores, pero Mart no tenía posibilidad de ninguno, primero porque su estancia en Perú era “ilegal” (a mi no me dijo como fue que llegó a Perú) y segundo porque él se debía a los niños de la casa hogar que había fundado (emprendió ese proyecto a raíz de que iba en su convertible último modelo, transitando por una avenida en Lima y al ver a un niño de la calle que se le acercó a venderle dulces, decidió desprenderse de lo material por ayudar a quienes no habían tenido suerte de nacer y vivir con todas las comodidades. Se juró que jamás les faltaría nada, y por lo mismo y porque no recibían algún tipo de apoyo gubernamental ni ciudadano -donaciones muy pocas-, generalmente estaba sin dinero, o, en el mejor de los casos, con sus gastos muy justos). Mi situación económica no es precisamente desahogada y, tras el fallecimiento de mi Mamá y algunas deficiencias laborales, empezó a empeorar, pero recibía el apoyo de mis amistades para poder recibirlo en México, en casa amueblada y seguro social para mí y para él por ser extranjero. Luego de un matrimonio civil entre nosotros, le daría seguro social. Se lo comuniqué, a lo que él accedió diciendo que era una buena idea. Un día, le presenté a una amiga peruana en Messenger (yo procuraba informarme de la situación social y económica del Perú, por si acaso era yo la que viajaba) y se disgustaron mutuamente. Ahora veo que en realidad, y debido a las preguntas que D. (mi amiga) le hacía, él se iba evidenciando; por eso intentó hacerme dudar de ella, contándome una historia de traición por parte de una chica peruana que se decía amiga de Martín y que terminó despojándolo de su vehiculo al poco tiempo de llegar a Lima.


Pasamos así algún tiempo, durante el cual, luego de la molestia, poco a poco fue restaurándose la amabilidad al hablarnos, sin volver a intentar una relación de pareja.
Un día, vi en línea a un conocido que Mart me había presentado vía MSN anteriormente: Holman Medina, quien, casado con una mexicana de nombre Rocío y apodo “Nera” (negra en italiano) era no sólo su mejor amigo, sino el médico que lo remitió con un oncólogo y cuidaba de él, pues Mart no contaba con ningún familiar en Perú. Tras un saludo, Holman me comentó que el viernes 31 de octubre por la noche habían operado a Mart de emergencia y para entonces aún no salía del coma y los pronósticos de sobre vivencia no eran precisamente alentadores. De inmediato vino a mi mente el recuerdo de mi mamá y arreglé con Holman vernos en MSN más tarde. Seguimos platicando de Martín, ahí me confesó que a pesar que ya no manteníamos relación, Mart seguía “amándome” y entre detalles y detalles, terminé mas conmovida, preocupada y animada a todo que nunca. En esa charla, ofreciendo mi ayuda, Holman me comentó que lo difícil era cubrir los gastos hospitalarios, y dicho esto, empecé a temprana hora del día siguiente a buscar compradores de mis pertenencias, pues estaba más dispuesta a quedarme con las manos vacías si eso ayudaba a salvar la vida de alguien con cáncer, y sobre todo, la vida de alguien que me había proporcionado ya, una ilusión.


Dos días después -4 de noviembre de 2008- al medio día, aún no salía de terapia intensiva ni del coma y aun hablábamos Holman y yo de dinero. Al día siguiente, 5 de noviembre a las 10 a.m., recibí una llamada perdida del número de Martín; le marqué de mi número fijo y en ese momento recibí un mensaje en el que me decía que me extrañaba y deseaba oírme. Timbró su teléfono y de pronto el silencio, esforzándome por escuchar traté de comunicarme con él “¿Hola? ¿Hola, Mart?” y muy quedo, con voz algo ronca (como si tuviera lastimada la garganta) y apenas perceptible, se escuchó la voz de Martín diciéndome hola… su voz era de moribundo. Empecé a agradecer al cielo porque Mart había salvado la vida. Me dijo que estaba bien, que casi no podía hablar, que temía morir y que pensando en mí luchó por su vida, pues no quería morir sin decirme cuanto me amaba. Por mi parte, le confesé mi preocupación, le dije lo feliz que estaba de volver a escucharlo y que seguramente de ahí en adelante, las cosas mejorarían. Le sugerí que no se esforzara en hablar; que esas energías las empleara en mejorar; que, en fin, estábamos en contacto y lo único que deseaba era saberlo bien…
Al día siguiente le marqué de nuevo, pero me mandaba a buzón de voz inmediatamente, y al siguiente también; no veía a Holman en línea y lo que más me preocupaba era saber de Mart, que sintiera que aunque a la distancia, seguía su recuperación, lo animaba y que no estaba solo. En medio de esa incomunicación, obtuve el número de teléfono de la clínica en que había sido operado, pensando que quizá el celular de Mart solo estaba descargado. Hice varias llamadas a la clínica para informarme, pero como Holman me dijo que por lo del seguro lo habían hospitalizado bajo otro nombre, daba su descripción física y los datos que tenía de la operación, pero en cada vez que llamé, alguna enfermera o jefa de piso me respondía que en esas últimas semanas no tuvieron tal operación; lo que era más, se habían atendido personas de 65 años en adelante y ninguno de oncología. Holman seguía defendiendo su historia y negaba todo argumentando en que todo lo habían hecho “por debajo del agua”, pero no creí que la clínica contara con una unidad de cuidados intensivos clandestina, así que las dudas se iban haciendo más grandes cada vez, más aun cuando un día encontré a Mart en línea y me dijo que se “había escapado” de la clínica porque ya estaba harto.


Tras la decepción decido fingir que le creo, porque deseo llegar a saber si en realidad fue para sacar dinero. Sin embargo, empiezo a dejarme cegar de nuevo olvidando el engaño y lo que siento yo como una burla, pues me había sensibilizado mucho el tema del cáncer. Le hice más caso al sentimentalismo y empezamos a intentar de nuevo tener una relación "amorosa". A finales de noviembre y a consecuencia de una entrada en mi blog del space de mi cuenta de Hotmail, me contacta una chica de apodo “Ceres” diciéndome que al buscar información de Mart, había dado con mi blog y me preguntaba si era el mismo, dándome datos de que era español, residido en Perú y recién operado del cáncer. El día 29 lo veo en Messenger y me comenta de Ceres, que quizá me contactaría y que por favor, le dijera que siempre habíamos sido sólo amigos. Esto me hizo sentir peor que nunca, pues luego de numerosas llamadas, palabras dulces y ese nuevo intento de relación, de pronto me pedía eso. Lo mandé al diablo y a pesar que me llamó, le colgué y no quise saber más de él.


La tercer semana de enero de 2009 encuentro en línea a Holman y empieza a hablarme de Martín; yo le encargo que le haga pasar un cumpleaños especial (faltaban 5 días) y al cabo de esos 5 días, el día del cumple de Mart, lo encuentro nuevamente y empieza a contarme de cómo lo pasaron, diciéndome que continuamente le preguntaba por mí, que entre canción y canción de mariachi le decía que le gustaría que le llamara (medio ebrio por cierto, según dijo) y le seguía preguntando si me había visto o si yo le había preguntado algo de él. Terminé llamándole 2 días más tarde para felicitarlo y al día siguiente ya me pedía ser nuevamente su contacto en Messenger. Seguimos en contacto durante finales de enero, todo febrero y medio mes de marzo del presente año, en cuyas charlas me explicaba que Ceres, había sido muy amable al tratar de ayudar a solventar su economía, pero que en realidad, confundiendo ambas las cosas (ella creyendo ser su novia y yo pensando que me había engañado, según él) terminó perdiéndome siendo que aún me amaba y que me había extrañado mucho ese tiempo.
Por increíble que parezca, su explicación me pareció convincente así que volví con él una vez más el 7 de febrero de 2009, pero no por mucho tiempo, pues a pesar de que estábamos viviendo de nuevo una historia de amor llena de llamadas y detalles de su parte, algo por dentro no me permitía seguir creyendo en él y no pude fingir más el coraje que de pronto me invadía. Le pedí a una conocida que lo agregara de contacto y que me dijera como era con las mujeres. Fue cuando empecé a comprobar que son puras mentiras cuando dice amar a alguien.
Conmigo, mantenía una relación de amistad post-noviazgo (diciéndome que prefería estar así, como amigos, a perderme) y mientras, a mi prima le coqueteaba y a ella, le tomó sólo un par de semanas “amarla”.


A ella también le llamaba por la madrugada (cosa que acostumbraba conmigo), le mandaba mensajes muy cariñosos, le contó la misma historia de su familia, agregando que llego a Perú como funcionario de la embajada española es ese país, pero luego, dejándolo todo por la casa hogar, terminó perdiendo el empleo y quedando como ilegal en Perú y trabajando en la Universidad Ricardo Palma dando clases de Psicología. Le platicó también que estuvo casado con una gitana de nombre Holenka, quien fue duramente criticada, humillada y rechazada por su madre, que cuidaba mucho la clase social alcanzada por su padre (abuelo de Martín) con años de esfuerzo trabajando en el reciclaje de basura y logrando la fortuna que mas tarde acrecentó la vanidad de Lucía Avanzinni (madre de Martín), a quien le adjudicaba la “misteriosa” muerte de Holenka, atropellada por un lujoso auto cuando tenía 2 meses de embarazo. Así, Martín perdió en un instante la familia que estaba formando a pesar de tener mucho en contra, que por esa felicidad renunció a la fortuna de la que disfrutaba, pero Holenka le dio todo lo que personalmente no tuvo siendo un “yupi”. Con esto logra conmover y de alguna manera, ver en él, al hombre ideal que toda mujer busca.


Durante este tiempo, a mi me decía que Y (mi amiga cómplice) era una chica mexicana q vivía cerca de su casa, muy amiga de él; mientras que a Y. le decía lo mismo de mí, siempre engañando y haciendo creer que para la única que tiene ojos, boca y corazón es para la chica en cuestión.


En marzo descubrí por casualidad fotos reales de Martín, a partir de un conocido suyo. La sorpresa fue tanta que le pregunté a su amigo si sabía quien era el chico de ojos claros (con el que se me había presentado al principio) y me contestó que no, que no lo conocía. Cuando le cuestioné sobre Martín al amigo en cuestión, me dice que él ya sabe como es Martín y sus mentiritas, acto seguido, sale de Messenger rápidamente.


Cuando quise preguntarle a Martín y pedirle me dijera la verdad, éste tomó un comportamiento sumamente evasivo y agresivo, diciendo que no le importaba lo que me había dicho y que todos mentíamos; que, en todo caso, no recordaba en qué “hubiese llegado” a mentirme. Al pasarle una de las fotos que su amigo me mandó y preguntarle si lo conoce (tratando que acepte la verdad) se inventó una excusa más y entre grosería y grosería terminó desesperándome y decidí terminar las charlas con él y le puse punto final dejando de hablarle; dándose cuenta de esto, se hace el indignado y así nos dejamos de hablar definitivamente ….. o…. casi.


El sábado 2 de mayo del presente año, recibo un mensaje de Ceres haciéndome referencia a Martín, y aunque al verlo (sin leerlo aún) quise no hacer caso, terminé por responder el mensaje, contacté a Ceres y compartimos historias, pues finalmente, fuimos tomadas del pelo por un tipo sin escrúpulo, que lo menos que merece es derribarle el juego para evitar en lo posible que más chicas enamoradas caigan en manos de este estafador, que para empezar, lo único real que tiene es la mitad de su nombre.


Agradezco al cielo que de alguna manera me ví impedida a “ayudarlo” económicamente, pues, por lo que veo en otras, lo toma como cuento de nunca acabar sin tentarse el alma. Personalmente, algo por lo que sí le puedo guardar algo de rencor, más que por la burla sentimental, es por haber jugado con un recuerdo personal, usando ese mismo mal que le quitó la vida, jugando con ese “karma” para aprovecharse. Fue, ha sido y ojala no siga siendo así, que valiéndose de la nobleza o pureza de sentimientos de unas chicas enamoradas ciegamente (¡a base de mentiras claro!) saca provecho lo más que la situación se lo permite. Por personas así, la calidad del ser humano va en franca decadencia.


Ojala este testimonio de su humilde servidora, pueda servir aunque sea en poco en ayudar a abrir los ojos a tantas que por este sujeto, como por otros (que hasta a trata de blancas se dedican) han sido envueltas y/o están por caer en este sucio juego. Deseo de todo corazón, que este sea un primer movimiento en este país (o continente si me veo ambiciosa) para empezar a frenar estos delitos y, ojala las autoridades se den cuenta y sea penalizado este tipo de fraudes, que no por llevarse a cabo en medios virtuales, se les quita veracidad.


Quedando a sus órdenes, le deseo lo mejor de la vida.

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